setembro 21, 2004

Pedro Páramo

Alvaro Mutis subió a grandes zancadas los siete pisos de mi casa con un paquetr de libros, separó del montón el más pequeno y corto, y me dijo muerto de risa: 'Lea esa vaina, carajo, para que aprenda'; era Pedro Páramo.
Aquela noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura; nunca, desde la noche tremenda en que leí La metamorfosis de Kafka, en una lúgrube pensión de estudiantes de Bogotá, casi 10 anos atrás, había sufrido una conmoción semejante. Al día siguiente leí El Llano en llamas y el assombro permaneció intacto; mucho después, en la antesala de un consultorio, encontré una revista médica con otra obra maestra desbalagada: La herencia de Matilde Arcángel; el resto de aquel ano no pude leer a ningún otro autor, porque todos me parecían menores.
No habia acabado de escapar al deslumbramiento, cuando alguien le dijo a Carlos Velo que yo era capaz de recitar de memoria párrafos completos de Pedro Páramo. La verdad iba más lejos, podía recitar el libro completo al derecho y al revés sin una falla apreciable, y podía decir en qué página de mi edición se encontraba cada episodio, y no había un solo rasgo del carácter de un personaje que no conociera a fondo.

Assombro por Juan Rulfo, artigo por Gabriel García Márquez